Lo que parecía imposible está a punto de suceder. El poderoso PP de Murcia, con su poderosa estructura clientelar, está a punto de implosionar; si el propio PP no lo remedia, claro.

No es mérito de la oposición que suceda tal cosa -nada es tan pésimo como el PSOE de Murcia, que va camino de ser una monarquía hereditaria disfrazada-. Los peperos se han bastado solos para dinamitar un partido único que llegó a tener  algo así como el 60% de los votos (ya perdieron unos 20 puntos en las últimas elecciones). ¿Cómo ha sucedido o cómo va a suceder? -se preguntan-.

Es lo que tienen las designaciones digitales para la sucesión en el poder, orladas, eso sí, con aplausos multitudinarios o fabricados.
Ya nadie defiende a PAS -Pedro Antonio Sánchez-, que va a pasar del todo a la nada con la misma facilidad que hizo carrera política triunfal (de afiliado a presidente como profesional de la política); los amigos del clan que conformó Ramón Luis Varcálcel, como guardia pretoriana y herencia de poder,  guardan silencio y ya no le hacen la ola (no quieren que tsunami PAS les arrastre). ¿Dónde quedan y dónde andan las plataformas y campañas digitales para defender la honorabilidad de PAS?

Pocos creen ya en el aparato del PP murciano en la inocencia de PAS, y en todo caso lo que quieren es que se esfume, simplemente porque quieren salvar su trono; menos aún son los dispuestos a sustentarla públicamente.

El nuevo heredero, el sobrero que sacaron al ruedo, también elegido digitalmente, solo cosecha fracasos cuando habla con Madrid -Madrid nunca ha premiado al PP murciano porque era un granero de votos seguro-. Fracasos, eso sí, envueltos en frases triunfales. La realidad es que, entre el AVE, el agua, el Mar Menor y el aeropuerto, anda hecho unos zorros y las «fuerzas vivas» murcianas, antes siempre sacrificadas y leales, andan más que hartas. Por otra parte, las críticas internas arrecian al mismo tiempo que temen el fin del gobierno absoluto del PP, porque entre los votantes del PP hay no pocos descontentos ante el marianismo y la filosofía de que aquello que haga la izquierda bien hecho está; andan cansados de que no se derogue ni una sola de las leyes impuestas por la izquierda o de que el partido asuma como propias cosas como la ideología de género o la memoria histórica (pese a los sonoros apellidos históricos que pueblan el escalafón regional y municipal del PP).

La escasa fe en el que creían que iba a ser solo un interino (López Miras), el fin de la división territorial regional creada para asegurar la mayoría en las autonómicas, la más que previsible imagen de PAS en el banquillo, algún que otro susto judicial que pudiera llegar, los del Foro de la Familia convirtiéndose en partido -¿tendrán el apoyo regional de los que organizaban autobuses para ir a sus manifestaciones y de la derecha religiosa murciana devota del PP?-  y la amenaza cada vez más real de un partido regionalista salido del PP -los regionalismos que acaban en lo que acaban siempre salen de la derecha- pueden poner fin a la era del gobierno del PP en Murcia.
Y eso, si sucede. será solo mérito del PP. No vayamos a confundirnos.

Nota: Menos mal que la oposición da para lo que da y anda enfrascada en ver quién va a ocupar el sillón de mando.