La estantería del historiador

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El mito del euskera perseguido por Franco

Lamentablemente, cuando hoy alguien busca información sobre un tema acude de forma inmediata a la red. Un lugar donde cabe cualquier cosa y que es utilizado, en ocasiones, como fuente de difusión de la nueva verdad. Parece que nos hemos dicho: ¡Qué más dan los documentos o las investigaciones cuando lo que informa e instruye son los contenidos de la red! Situación que se agudiza entre quienes solo buscan referencias en youtubers, influencers y vídeos de Tik-Tok, junto con la plaga de los creadores de contenidos contratados ad hoc.

Hoy es casi dogma, y a ello contribuyen no pocas páginas de la red, mantener que el vasco/vascuence/euskera fue perseguido e incluso prohibido en el régimen de Franco; hay quienes van más allá y fabulan con un programa consciente de destrucción. 

Ante ello, ante el mito, de poco valen los sucesivos estudios que desmienten o matizan en mucho afirmaciones como las anteriores, cuando en internet se mantiene la corriente contraria. 

Naturalmente han existido voces autorizadas que sostienen lo contrario así, por citar un ejemplo de fácil acceso, el filósofo Pedro Insua reputa como mentira la persecución de las lenguas regionales («La mentira del franquismo y las lenguas», El Mundo, 13-12-2017). En este mito ahistórico ha pesado la construcción ideológica nacionalista que hizo y hace del victimismo bandera permitiéndole reclamar ante viejos agravios, reales o manipulados, y legitimar políticas tales como los procesos de inmersión lingüística. Volvamos al caso del euskera como ejemplo de cuanto antecede.

La celebre Wikipedia (cuyos contenidos dependen de quién los cuelgue y su admisión), cuando se pregunta por la «censura al Euskera» durante el régimen de Franco, nos ilustra con un curioso vacío temporal que nos lleva a saltar desde las prohibiciones parciales durante la guerra civil hasta la Transición, como sí esa situación de excepción hubiera sido permanente. En esta misma línea de contenidos, que ha hecho fortuna, tenemos la información que se puede encontrar en la Fundación Sabino Arana… y así… Y ¿qué nos dicen?  

Cuando buscan como demostrar su aserto sobre la persecución recurren a remontarse a la guerra civil, para después construir un artificial relato. Es usual, casi un mantra, mencionar la «persecución» iniciada en 1937, con la intención de trasladar que era una orden del gobierno nacional (en realidad Franco no conformó su primer gobierno hasta 1938), que se aplicó en todas las provincias vascas y que, dada la ausencia de datos posteriores, se mantendría durante todo el régimen de Franco. El problema es que la afamada prohibición fue dada por la comandancia militar de San Sebastián en mayo de 1937 (la prohibición realizada por las autoridades fascistas según cuenta mugakultura.eus) y no es un decreto firmado por Francisco Franco. Después se citan algunas órdenes arbitrarias, como la que indicaba en 1938 que Iñaki o Koldo eran nombres «contra la unidad de la Patria». O que en 1938 la Comandancia militar de Durango indicara que en las Iglesias «no debe permitirse la predicación en vascuence», aunque existía la prevención de que si se estimaba que la mayoría de los feligreses no entendían el español se diera un resumen de la plática en vascuence (entonces la misa era en latín). 

La siguiente referencia es la estúpida orden del Gobierno Civil de noviembre de 1948, otros lo achacan a la autoridad municipal, para la retirada de las inscripciones en euskera en el cementerio de Guernica. 

Todo ello se adereza recordando que la represión fue real porque no se utilizaba el euskera en los ámbitos oficiales o en las escuelas (lo que como veremos no era una novedad). Poco más.

Esas son las referencias que se repiten para después caer en el silencio de lo que sucedió en las siguientes cuatro décadas. La que debemos preguntarnos es: ¿cuál fue la política del régimen con respecto a la lengua y cultura expresada en vasco? ¿existió o solo fue represión? 

Más allá de la evidente continuidad del proceso de castellanización/fusión en lo común que se remontaría en la modernidad al siglo XVIII, en el otro plato de la balanza habría que incluir o mencionar cómo fue desarrollándose la política cultural/idiomática con respecto a lo vasco. Pero ello se obvia, se oculta, se difumina, se autocensura porque destruye, documentalmente, la tesis de la persecución y la erradicación realizada por el denominado franquismo.

Hagamos un resumen rápido, incompletísimo, que nos sirva para tener algunas pinceladas del puerto a que queremos arribar. Recordemos: desde 1941 es posible encontrar publicaciones editadas en euskera; la Euzkaltzaindia (Academia de la Lengua Vasca,) reinició en 1941 su  actividad (congresos, ediciones y una revista en vasco, Eusquera, además de premios en certámenes literarios) con el mismo director de antes de la guerra, Resurrección María de Azkue; la Sección Femenina realizó una ingente tarea de recuperación de tradiciones, folklore y narraciones en vasco; en 1952 se funda la editorial Kuliska Sarta; en 1961 la editorial Ausopa; en 1965 se fundan las primeras ikastolas (antes de Franco no creo que existieran como tales) amparadas por la Iglesia, y en 1969 se crea la Federación Diocesana de Ikastolas; la denominada Feria del libro y disco Vasco arrancó sus ediciones en 1965; desde al menos 1966 encontramos academias para aprender vasco; en 1970 existían al menos 10 revistas periódicas publicadas en vascuence… Todo ello necesitaba la pertinente autorización gubernativa o, como hoy dirían, el permiso de Francisco Franco que para eso era un omnímodo dictador. Todo ello, y es solo un débil reflejo, casa mal con algunos relatos aplicando el sentido común.

Cabría argüir, a la contra, que la respuesta que doy no dista mucho de lo que denuncio, que son meras referencias puntuales. ¿Es posible? Dudo que alguien haga un estudio profundo y serio de esta realidad recorriendo todo el régimen de Franco y no quedándose en los tiempos de la guerra y los primeros años cuarenta. Sin embargo, revisando los archivos de la Fundación Nacional Francisco Franco, hemos encontrado un interesante documento. Se trata de un resumen remitido/elaborado por la Dirección General de Prensa fechado en 1973. Aborda, sin agotar la realidad, cuál es la situación de las actividades culturales en vascuence/euskera en las tres provincias vascas. Lo que nos sitúa frente a una realidad distinta al relato difundido para esos años por parte del nacionalismo o de ETA, que pone, con datos encima de la mesa, en tela de juicio la tesis de la represión, marginación o persecución del euskera. 

De la lectura del informe se extrae que existía una diferencia en el peso de las actividades culturales en euskera entre las provincias de Vizcaya y Gipúzcoa por un lado y Álava por otro. Otra de las conclusiones es que existía un amplio tejido cultural vasco permitido, autorizado y hasta subvencionado por el estado. También que, documentalmente, desde los años sesenta existía una política encaminada a la difusión y aprendizaje del euskera. El informe, de forma sintética, recoge lo que se realiza en medios de prensa, radio, festivales, publicaciones y enseñanza en aquellas provincias. Su principal defecto es metodológico, pues parece que al recibir los de las respectivas provincias no existe unidad en el guion previo, si es que existió, para su realización en las tres provincias por lo que los referentes no son homogéneos.

Comencemos por la provincia de Vizcaya:

-Radio: Radio Popular, tiene un programa diario de 2 horas en vascuence; Radio Juventud incluye la emisión de discos de artistas vascos en vascuence; en Radio Bilbao, no hay discriminación alguna en la música que se emite; Radio Nacional de España, «en sus programas retransmite música vasca, interpretada en vascuence por artistas del país, sin discriminación alguna. Retransmite los conciertos de los grupos corales en sus galas los domingos por la mañana en el Teatro Buenos Aires, prácticamente en su integridad en vascuence. Radio Nacional de España ha seleccionado para representar a España en el concurso de la U.E.R. (Unión Europea de Radio), a celebrar en abril, seguramente en París, el coro Bictz-Alci, con repertorio en vascuence».

-Prensa: La Gaceta del Norte, incluye una página en que se tratan temas vascos «con originales en vascuence», aunque indica el autor del documento que existen problemas con las normas ortográficas que le llevan a dejar de hacerlo; Hierro, que es un diario del Movimiento, incluye lecciones para aprender euskera.

Es en las revistas donde encontramos una mayor proliferación de títulos en vasco: la revista semanal Agur se edita íntegramente en euskera, al igual que la quincenal Anitasuna; en bilingüe aparecen las cabeceras Karmel, Concordia, Danok-bat y Txistulari. 

-Actividades culturales: una treintena de grupos corales con repertorio mayoritario o exclusivo en vascuence entre los que destaca Bictz-Alai, Danok-Bat, Ametsa, San Juan Bautista, Deustocarrat, Orfeón de Sestao; Festivales y fiestas vascas con grupos de danza, música o teatro en euskera que suponen un total de 219.

Ferias del libro y disco vasco como la VII celebrada en Durango, la II en Bilbao, celebración del día del libro vasco (4 de mayo, que me parece ya no se hace).

Revisemos ahora lo realizado recogido por el informe con respecto a Guipúzoca:

-Radio: Radio Popular de San Sebastián emite diariamente unos 150 minutos en lengua vasca, además de los anuncios bilingües y música; lo mismo hace Radio Popular de Loyola; la emisora del Movimiento La voz de Guipúzcoa emite tres veces por semana un programa de 15 minutos en vasco y otro bilingüe, además de reproducir música en vasco; Radio San Sebastián, de la cadena SER emite tres días a la semana un programa de 5 minutos comentando discos y en la misma temporalidad un comentario local.

-Prensa: es de destacar que es el diario del Movimiento (FET de las JONS), La Voz de España. que, además de incluir el método para aprender euskera, tiene dos columnas diarias en vasco firmadas por Besarri (Ignacio Eizmondi, escritor y bersolari).

Como publicaciones periódicas en vasco editadas en la provincia se citan:  la revista semanal Zerusko Argia, el quincenal Goiz Argi, y el trimestral Eran.

-Actividades culturales: 225 festivales músico vocales; 100 festivales de bersolaris, 45 representaciones teatrales y 28 conferencias. En este caso sí se incluye la edición de 45 libros en vasco y un centenar de folletos.

A diferencia de Vizcaya, en esta parte del documento si se hace referencia a las ikastolas con reconocimiento oficial: «en Guipúzcoa es de 50 con un total de 182 unidades escolares y 11.056 alumnos. Aparte de estos centros en los colegios privados y en muchos estatales, se imparten clases en euskera»

Relativamente homogéneo con los anteriores es el resumen sobre las actividades en vascuence en la provincia de Alava.

-Prensa: no hay publicaciones periódicas en euskera. Ahora bien, el periódico local incluye las lecciones de «Euskera según los textos de Oñatibia». Por otro lado, la revista Angosto incluye un artículo en euskera. Algunas publicaciones como Goi-Argi, hoja parroquial de Oñate, y Eibar (parroquia de Armera) incluyen textos en vasco.

-Radio: la emisora E.A.J. 62, Radio Vitoria, emite diariamente el programa Aquí Vasconia con un 60% en vasco.

-Actividades cultuales: «se han celebrado los que suelen llamarse euskaljaia siguientes: en Vitoria: 14 actuaciones de grupos o intérpretes musicales, con los con textos cantados en vasco». 1 representación teatral y el festival Mairuelegorrieta patrocinado por la Diputación Foral. 

La editorial Rial Eset, publicó en el año 5 títulos en vasco dentro de las colecciones Kardaberat Bilduma y Kardaberat Liburuzkak; otros cuatro títulos editados por Gráficas Eset.

Señala el autor del documento que la Diputación Foral de Álava, por acuerdo del pleno, tiene establecido un «servicio de enseñanza del vascuence» incluyendo «el compromiso de la corporación de facilitar medios económicos y personales a las entidades que demanden su asistencia e incluso en el establecimiento de un sistema de enseñanza por correspondencia»

Incluye el informe una coda interesante: «ninguno de los medios de comunicación social de esta provincia ha sido objeto de “notoria restricciones”, en el uso de la lengua vasca. Y las ikastolas que funcionan se benefician incluso de sustanciosas aportaciones estatales al considerarse cooperativas».

Dejando a un lado la valoración de si es poco o mucho, no olvidando que no es un informe exhaustivo, que registra solo aquello autorizado gubernativamente, lo que resulta evidente es que difícilmente se puede hablar de marginación, de proscripción de la enseñanza del vasco, de la marginación del vascuence de un proceso de destrucción del euskera… Dejando al lector la pregunta: si todo eso se hacía ¿cómo iba a estar prohibido el euskera?

Francisco Torres García

Por alusiones, réplica a un artículo mío sobre García Lorca y la Fundación Nacional Francisco Franco.

Leo en el diario La Razón del 13 de este mes un artículo firmado por Víctor Fernández titulado de forma sensacionalista «Así habla la Fundación Franco de Federico García Lorca», acusando a esta de insistir en los «tópicos falsos sobre el poeta granadino», aunque debiera, para ser exacto en la expresión, anotar «sobre el asesinato del poeta granadino».

Voy a prescindir de comentar la intencionalidad del autor, pero sí subrayar que, por lo que desgrana, su conocimiento sobre la bibliografía publicada sobre el asesinato de García Lorca me parece algo superficial (esto no es más que un juicio de valor y por tanto pudiera estar equivocado).

Tampoco voy a adentrarme en los tópicos a los que el autor recurre en su argumentario. Le recomendaría que revise la bibliografía existente, que me parece que, en líneas generales, desmiente su afirmación sobre «los pocos datos que tenemos» pese a la abundancia de trabajos publicados sobre la cuestión. Al contrario, tenemos muchos datos y hasta están identificados con fotografías publicadas los integrantes del grupo de asesinos. Cosa distinta es contar con un documento que nos precise la razón o razones del crimen de forma concreta. Algo sobre lo que se puede debatir, como de hecho se hace, aunque existe un cierto consenso a la hora de estimar el peso que tuvieron las circunstancias y las luchas de poder en Granada en el asesinato de García Lorca.

Las referencias a estos supuestos pronunciamientos de la Fundación Nacional Francisco Franco son los artículos que aparecen en su web firmados por Ángel Martín David Rubio y por quien esto suscribe (Francisco Torres: «En torno a los papeles de García Lorca»» https://fnff.es/actualidad/640626614/en-torno-a-los-papeles-de-garcia-lorca.html 2015). Artículos que, evidentemente, no son la expresión del pensamiento de la FNFF. Artículos que, según Víctor Fernández, están destinados a «contar de otra manera aquel crimen». Acusando directamente a los autores de esos artículos y, por elevación, a la FNFF de tergiversar la realidad. Revisemos las afirmaciones de Víctor Fernández en lo que a este autor compete:

Primera.- Nos dice que «la fundación franquista no pierde la oportunidad para alentar la teoría de que Lorca y José Antonio Primo de Rivera eran amigos». Aduce el periodista como prueba que este autor, en su artículo, «llega a apuntar que el poeta fue una influencia lírica para José Antonio» . Subrayemos que la influencia no implica amistad en el sentido amplio de la palabra sino solo eso. Sería muy prolijo subrayar esa influencia entre las imágenes retóricas de José Antonio y los textos de García Lorca, sobre lo que algunos autores han escrito. Pero baste recordar que García Lorca tuvo una notoria influencia en muchos autores y escritores de la época independientemente de su adscripción ideológica; subrayemos que Primo de Rivera compartía ese mundo y que a su lado había una «corte literaria» que aparece bien retratada en el trabajo de los hermanos Carbajosa. Que José Antonio admiraba la obra teatral de García Lorca es un hecho constatado, también la de Casona; que José Antonio deseaba conocer a García Lorca, como yo sostengo en el artículo, por esa razón literaria, es otra realidad constatable (ya que según parece ha leído la biografía de Ximénez de Sandoval debiera saber que este autor avala mi afirmación, cosa que naturalmente no cita).

Cabría recordarle al colaborador de La Razón, Víctor Fernández, que hubo en La Barraca -el grupo teatral de García Lorca- varios falangistas, alguno de los cuales sería asesinado por los frentepopulistas, entre ellos el autor de los decorados de las obras, Alfonso Ponce de León. Por otro lado, indicarle que no es que este autor y la FNFF «aliente» nada, sino que es usual que se «aliente» -según su descripción- esa amistad sobre la que, como se puede leer en el párrafo mío que reproduce, yo tengo mis dudas y reduzco en todo caso a la mínima expresión -al contrario de lo que supone el autor que afirmo-: los encuentros directos «debieron durar muy poco». Lo que evidentemente difícilmente puede interpretarse como constatación de una amistad (en todo caso fueron fuentes no achacables al franquismo las que afirmaron que se iban a cenar todos los viernes, lo que resultaba imposible dadas las fechas en que se indicaba). Pero, como se anota en mi artículo, acababa de salir un libro que, según la prensa, afirmaba que existieron esos encuentros, remitiéndome a su lectura antes de dar una opinión que por fuerza no podía  emitir en ese momento.

No voy a recordarle, porque como experto en el tema que parece ser debe conocerlo, la reiteración  («alentadores») en esa amistad en fechas recientes en espectáculos teatrales. En la cartelera tiene Víctor Fernández la obra En tierra extraña de Juan Carlos Rubio sobre la vida de Concha Piquer antes de la guerra, en la que aparecen García Lorca y Rafael de León y se habla sobre esa amistad; o la obra  José Antonio y Federico de Jacobo Julio Roger, estrenada por Carme Teatre en 2019 y que tuvo cierta repercusión. El debate sobre la «amistad» entre ambos personajes se ha mantenido en el tiempo sin que me parezca que Víctor Fernández haya dirigido hacia este sus críticas o sus reflexiones sobre los «alientos» y su intención (en todo caso, ¿cuál era el problema en que tuvieran una cierta amistad?; es incomprensible el sentido de su razonamiento). Con motivo de la publicación de una de las últimas aportaciones, la obra del experto en García Lorca, Carlos Mayoral (Yo maté a Federico, 2022), este afirmó: «yo creo que no llegaron a ser amigos en el sentido estricto de la palabra» (siendo por cierto lo mismo que quien firma estas líneas sostiene), pero  «sí que creo que había una cierta admiración por parte de José Antonio hacia Lorca, eso es evidente y está documentado» (lo que también sostengo).

Segunda.- Se refiere, con una mala y sesgada lectura, a mi artículo con respecto al informe de la Jefatura Superior de Policía de Granada publicado en 2015 (que Víctor Fernández considera como opinión de las autoridades franquistas, lo que no es más que una elevación para que el lector entienda que era algo así como la opinión del Estado, indicando que se trataba de la correspondencia entre jerarcas del régimen, pero sin anotar que este autor analizaba el informe policial). Texto que motivó el artículo a que hace referencia analizándolo (no era un artículo sobre los hechos, sino sobre el informe, cuestión que no parece comprender); informe que ha consultado, me parece, Víctor Fernández de forma apresurada. Y es en este punto donde de forma burda, fruto de una lectura apresurada, manipula y descontextualiza para concluir que quien suscribe «apoya las teorías del hecho aislado consecuencia de rencillas familiares. Es decir, nada de política. Caso cerrado».

Mi artículo, que fue publicado en varios medios, es de fácil acceso, por lo que cualquiera puede leerlo (un mínimo de rigor debiera exigir que se incluyera el título, el enlace o referencia a lo que se critica, pero eso dejaría en evidencia al señor Víctor Fernández), pero detengámonos en algunas de las intenciones que me achaca.

Dice Víctor Fernández, y dice mal, que este autor realizó el trabajo de quitarle importancia al tema por encargo de la Fundación Nacional Francisco Franco, lo que no solo es falso, sino que revela la intencionalidad del autor que no es necesario que yo explique.

La FNFF no me encargó nada, ni el artículo le quita importancia a nada. Lo que se afirma es que el contenido del informe de la policía de Granada con respecto a las acusaciones sobre condición sexual y orientación política de García Lorca no era novedoso en 2015 (puede que Víctor Fernández no lo conociera hasta entonces), sino que estaba en el Expediente de Responsabilidades Políticas publicado en los años ochenta. Incluso señalaba yo que en el informe policial de 1965 ya no se incluían afirmaciones irreales contenidas en aquel expediente: «Eso sí el “ideario comunista” es ya socialista y no se hace referencia a sus pretendidos poemas contra Dios -corrieron poemas falsos en Granada en 1936- o que casi fuera un hombre de Moscú».

Lo que Víctor Fernández ha ocultado celosamente de mi artículo es toda referencia a la protección brindada a García Lorca por los falangistas que es un hecho constatado. Al menos debería haber dicho que en Granada unos quisieron matarle y otros protegerle, y que los primeros, lamentablemente, ganaron la partida.

En alguna ocasión, en su artículo, Víctor Fernández se pregunta por ¿cómo sé? Le reitero que en el artículo se van citando los autores de trabajos en los que se hacen esas menciones. Por otro lado, si conociera las declaraciones de Franco sobre el asesinato de García Lorca, que no son muchas, sabría que la tesis de que fue obra de incontrolados fue la que él mantuvo durante la guerra y después. No es «según», sino constatación de que esa era su opinión. Pero para sustanciar esta cuestión me atengo a lo afirmado por Ian Gibson: «Ni Franco era Franco entonces y quien manda en Andalucía es Gonzalo Queipo de Llano y Franco no intervino para nada en lo que pasó con Lorca».

Vuelve a ser víctima de una lectura apresurada Víctor Fernández cuando, con notoria falsedad, escribe sobre mi artículo: «también se afirma que el investigador Agustín Penón… era agente de la CIA, algo que nunca se ha demostrado». Lamento tener que señalar de este modo, pero ¿cómo se puede llegar a deducir que he dicho tal cosa? Lo que yo escribo es: «Ike le indicó que no era así y que la CIA había investigado el caso (Agustín Penón) por lo que le remitiría un informe». Lo que se indica es que el autor Agustín Penón es la fuente de la cita, le acepto que pudiera prestarse a confusión.

Volvamos a la «acusación» de que este autor, y por ende la FNFF, apoya las teorías de un hecho aislado (no entiendo muy bien a qué se refiere como hecho aislado), «nada de política». Solo estimando que Víctor Fernández ha leído el artículo de forma apresurada, de forma diagonal, se puede entender tal cosa. Reproduzcamos, solo en parte, lo escrito asumiendo todas las limitaciones de la síntesis:   «Pero detrás [de la detención y el asesinato] lo que latía era la lucha por el poder entre los falangistas y los cedistas, aunque todos llevaran camisa azul, por el control político y nada mejor que eliminar la influencia de los jefes de FE acusándoles de proteger a un denunciado … La vida de Lorca no fue protegida pese a la promesa de la autoridad a los falangistas. No sabemos quién decidió trasladar a Lorca a la antesala de la muerte, si fue una decisión del gobernador civil, pero sí, y lo anota el documento, que fue sacado del Gobierno Civil por “fuerzas dependientes del mismo”…  Lo que nos dice la historia, ahí están los trabajos de Miguel Caballero y Antonio Ramos, es que en Granada pululaban a las órdenes del gobernador, pero también operando por libre lo que se han denominado “escuadras negras”, y entre ellas había una vinculada a las milicias falangistas que Narciso Perales eliminó rápidamente cuando ocupó la Jefatura en agosto».

Evidentemente se puede sostener que García Lorca fue asesinado solo por ser homosexual y favorable al Frente Popular, siendo esto matizable, o por ser simplemente republicano, o por hacer un verso sobre la Guardia Civil, pero lo que otros sostenemos es que fue víctima de las luchas políticas internas en la Granada de agosto de 1936, también del «odio» que el poeta despertaba en algunos ambientes a lo que no fueron ajenos algunos familiares (véase el trabajo de Miguel Caballero o el documental Lorca, el mar deja de moverse de Emilio Ruiz Barrachina, 2006), como lleva publicándose desde 2006  -no por las publicaciones de la FNFF-, algo que ningún autor niega, aunque cada uno de mayor peso a una u otra razón.

Finalmente, como contestación, ante el juicio de intenciones, sin basamento, que Víctor Fernández hace, reproducir la conclusión del artículo citado; y las conclusiones son fundamentales. Conclusión que es la contraria a la que él sostiene que este autor y por elevación la FNFF hace:

«La realidad es que, como en 1948 escribía Pemán, fue “un episodio vil y desgraciado totalmente ajeno a toda responsabilidad e iniciativa oficial”, entendiendo por tal a Franco añado yo. Como apunta Pilar Tarres en los “desaciertos mortales” de Federico, el “destino le colocó en el lugar desacertado en el momento inoportuno”. Pero todo esto no quita al crimen ni el calificativo de execrable, ni permite que pueda admitirse justificación coyuntural alguna para los asesinos, ni que se olvide que fueron los “falangistas antiguos” los que inútilmente le protegieran e intentaran salvarle».

Lo que por una grado de honestidad intelectual mínima también debería haber mencionado o incluso, en vez del titular, utilizado con clara intención de perjudicar a la FNFF, siguiendo su propio razonamiento, rotular el artículo, probablemente con mayor éxito para la difusión, del siguiente modo: La FNFF considera execrable el asesinato de García Lorca… ni hay justificación coyuntural alguna para los asesinos. Pero me temo que esto no interesaba al colaborador de La Razón, señor Víctor Fernández.

Entierro de Marina Moreno

Dos enfermeras, una falangista y otra carlista, caídas en la guerra y una cruz en el plano.

En la euforia que se vivía entre los que se habían sumado militantemente a la rebelión contra la república del Frente Popular en Zaragoza desde el 18 de julio de 1936, con la gran movilización realizada por Acción Ciudadana y de fuerzas como la Comunión Tradicionalista, Renovación Española y Falange Española, a las órdenes de Jesús Muro, uno de los pocos líderes falangistas que no fueron víctimas del Frente Popular al quedar en la zona controlada por el gobierno de la República, convertida en pocos días en gran catalizador, hay que subrayar algo que no se ha tratado con suficiencia en la historiografía: el apoyo femenino a los sublevados desde los primeros momentos. Si seguimos los datos de la propia Sección Femenina falangista, llegarían a movilizar a medio millón de mujeres «combatientes» en toda España (en la zona frentepopulista, de forma clandestina, actuarían unas 6.000).

Estas mujeres actuaron sobre todo en la retaguardia nacional pero también en las proximidades a los frentes de combate. Una parte de ellas se integrarían, posteriormente, cuando se organizara, en Frentes y Hospitales.

Estas enfermeras falangistas, pese a no estar en primera línea, dejaron un tributo de sangre en diversos lugares de la geografía bélica. Durante la guerra o al acabar la misma recibieron tributo de homenaje y admiración, les dedicaron calles en municipios; sus nombres estuvieron vinculados a organizaciones de la Sección Femenina tan destacadas como, por ejemplo, las cátedras ambulantes; fueron condecoradas con la Y de la Sección Femenina; algunas supervivientes vieron como Franco prendía en su pecho la condecoración merecida; pudieron recibir las heridas que sobrevivieron la Medalla de Sufrimientos por la Patria… Fueron presentadas, lo que parece molestar a quienes se han acercado a esta historia, a veces pidiendo perdón por hacerlo, como modelo de virtudes y ejemplo de sacrificio a imitar (¿no es un ejemplo de virtud y sacrificio morir atendiendo a heridos en frente de guerra?)… Ilógicamente, ya antes de que se pusieran de moda las leyes de memoria histórica/democrática, mientras avanzaba la Transición y con la llegada la izquierda al poder, las calles perdieron el nombre que hacia perdurar su recuerdo. Y salvo casos excepcionales su historia fue proscrita.

Una de aquellas enfermeras voluntarias, de los primeros instantes, fue la zaragozana Marina Moreno Tena, caída en acto de servicio un 16 de agosto de 1936. Pudieron también dejar la vida, de no mediar una acción armada de rescate, sus compañeras Manolita Cortés García y Pepita Losilla. Todas ellas afiliadas de la Sección Femenina que dirigía Julia Aguilar. Marina se había incorporado en julio a la 1ª Bandera de Falange. Aquellas chicas utilizaban como improvisado uniforme una falda larga, camisa azul y la típica gorra cuartelera. Su sede se situó en un colegio de la ciudad. En pocas semanas eran 3.000 las muchachas alistadas. Los padres de Marina y Manolita, ambos comandantes, y es un dato a subrayar y tener en cuenta a la hora de evaluar la capilaridad de la sublevación, figuraban entre los sublevados el 18 de julio. Manuel Moreno estaba al frente de un embrión de unidad legionaria que, en septiembre, daría origen al Tercio Sanjurjo.

Todas ellas eran muy jóvenes. Marina tenía 18 años y cuando estalló la guerra estaba estudiando comercio. El domingo 16 de agosto actuaron como enfermeras en un convoy médico. No hemos podido precisar si el coche-ambulancia y el camión que lo componían llevaban distintivos como sanitarios. Su misión era llegar hasta un frente aparentemente tranquilo. Sin embargo, una columna anarquista avanzó sobre Almudévar, llegando hasta la carretera de Huesca por la que avanzaba el convoy. Era una zona en la que políticamente la CNT tenía una gran fuerza, constituyendo la próxima Tardienta un punto estratégico en la zona de combate.

Los diversos testimonios sobre lo sucedido, más precisos que el relato de prensa, son muy similares, aunque un tanto confusos sobre el inicio de la emboscada. En el coche-ambulancia iban, con su chófer, el comandante médico Oliván y el doctor Alonso Lej; detrás el camión con el médico falangista Ángel López Onde, 11 falangistas y las 3 enfermeras. El coche-ambulancia, adelantado, fue tiroteado. Probablemente intentaron salir bajo el fuego enemigo y repeler la agresión, ya que el cuerpo del comandante Oliván Anadón quedó en el suelo junto con el de su conductor. El doctor Alonso Lej consiguió escapar siendo asesinado después.

Es evidente que la distancia entre los vehículos hizo que el camión no tuviera noticia de lo que había pasado y por lo tanto tomar precauciones. Igualmente, que los atacantes dejaron los cadáveres y el coche como señuelo y aguardaron la llegada del resto del convoy. Al llegar, el camión se detuvo. Ignorantes de lo sucedido comenzaron a bajar del camión para auxiliarles. En ese momento los cenetistas abrieron fuego. Manolita y Marina iban a ser alcanzadas, algunos falangistas cayeron al instante, otros fueron heridos. Las tres enfermeras se abrazaron y Marina recibió los disparos mortales en la espalda, mientras Manolita sangraba en sus dos piernas. Los anarquistas abandonaron la protección al cesar cualquier resistencia. Las muchachas vieron como sus camaradas eran rematados mientras aguardaban la muerte. Y el cadáver de Marina expoliado de sus medallas y alguna joya.

Manolita Cortés tenía dos heridas de bala en las piernas. Inesperadamente el jefe de los anarquistas indicó al médico, Lope Onde, que atendiera a la muchacha. Tras terminar su labor, allí mismo, cayó asesinado sobre el cuerpo de la propia chica herida. No es difícil comprender el terror del momento. Ambas falangistas, Pepita y Manolita, debieron temer lo peor cuando los milicianos las encerraron en la estación de Almudévar. Difícilmente se puede estimar que se equivocaran al reconocer al jefe anarquista: Hilario Salanova Carretas, conocido como «El Negus». En alguna publicación se indica que fue el responsable del lanzamiento de las bombas sobre el Pilar en septiembre, lo que carece de toda lógica al tratarse de un bombardeo aéreo.

Natural de Grado (Huesca), nacido en 1900, había sido destinado a África en 1921. Después se instaló en Barcelona donde ingresó en la CNT. Tras la represión de la sublevación en Barcelona, en julio de 1936, marchó con la columna anarquista que avanzó hacia Zaragoza-Huesca. Un testimonio reciente avala el contenido de la documentación de la Causa General que después mencionaremos. Salanova era uno de los mandos de Los Aguiluchos. Volvió a la zona de Huesca en agosto, participando en operaciones de detención de «fascistas» en los pueblos. Vicente Burrel ha relatado lo acontecido en La Puebla de Castro, donde vivía un compañero de mili de Salanova. Su nombre estaba en el listado que le habían entregado a Salanova para proceder a su detención. Este, al llegar al pueblo, no solo le advirtió, sino que le pidió que le indicara si otros nombres de la lista eran «enemigos». Al indicarle que no, que quizás contrarios a la colectivización anarquista, Hilario no detuvo a nadie.

No había sido así en su pueblo, el Grado. Según la documentación de la Causa General llegó allí al mando de una sección de Los Aguiluchos, el 14 de agosto, para llevarse a 12 vecinos. Sin embargo, probablemente tras hacer una comprobación, solo fueron cinco los detenidos (Joaquín Serrado Cosculluela, José Pérez Latorre, José Blanco Español, José Blanco Santaliestra y Alberto Español Valdovinos). Entre el kilómetro 13 y 14 de la carretera a Barbastro, en Peña Lacambra, los asesinaron: «En dichos asesinatos -se anota en la investigación posterior- hubo ensañamiento, ya que el José Blanco Santaliestra, hijo de José Blanco Español, les pidió a los asesinos que respetaran la vida de su padre al que contestaron que le iba a pasar como a él y colocándolos al borde del precipicio les hicieron fuego para que cayeran al río». Según la documentación: «también se ensañaron con Pedro Español Valdovinos, que le hicieron ir a recoger los cadáveres, diciéndole que iba para salvar a su hermano, y posteriormente se ensañaron con los familiares, que después de incautárseles de cuanto tenían no les daban lo necesario para vivir».

Dos días después se produciría la emboscada a los vehículos sanitarios. Es de suponer que había decidido entregar a las muchachas supervivientes o trasladarlas a una prisión. De hecho, quedaron bajo la custodia de un miliciano, «el estudiante», que las trató bien según el testimonio posterior. El 17, el padre de Manolita envió una columna bajo el mando de José Arija para intentar localizar a los desparecidos. Avanzaron y descubrieron el lugar de la emboscada y los cadáveres. Continuaron hasta las proximidades de la estación. Fue la joven Losilla quien los vio, haciéndoles señales desde una ventana. Los soldados se desplegaron para liberarlas, el miliciano que las vigilaba, aplicando las órdenes vigentes, tras ser detenido, fue ejecutado.

El cadáver de Marina sería velado hasta su entierro el martes 18 de agosto. La prensa recoge en sus páginas los actos de homenaje celebrados en su entierro. El féretro fue llevado también por muchachas de la Sección Femenina y escoltado por legionarios de su padre. En enero de 1939 Pilar Primo de Rivera le concedería la Y de plata de la Sección Femenina. En su tiempo fue considerada como la primera de las caídas falangistas. También en su honor, el 9 de septiembre, el consistorio le dedicó la calle antes llamada Galán y García Hernández, por ser la primera aragonesa muerta por «defender los sagrados intereses de España».

Un año después caería en el frente la enfermera carlista Agustina Simón Sanz, como enfermera del Tercio de Almogávares estaba en el hospital instalado en el Seminario de Belchite. Nunca dudó a la hora de acudir a primera línea y a las trincheras en el asedio del pueblo por las fuerzas del Ejército Popular. Se decidió evacuar el hospital, pero ella se quedó con los heridos. Fue detenida por los republicanos y llevada a Híjar junto con los demás. Le ofrecieron, para salvar la vida, que se pasara a los frentepopulistas: se negó. Atada en cuerda con otros carlistas sería sacada de la prisión y asesinada en las afueras del pueblo el 3 de septiembre de 1937. En 1939 se le concedería la Y de oro de la Sección Femenina.

Como en el caso de Marina, el ayuntamiento de Zaragoza le dedicaría una calle en la ciudad. Según revela el estudio de Ramón Betrán, la calle se escogió por razón de formar una cruz en el plano con la dedicada a Marina. Hoy, esta última, recibe el nombre de Paseo de la Constitución.

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