¡Españoles, Franco no ha muerto! Al final va a resultar que el condenado exjuez Baltasar Garzón tenía alguna sospecha fehaciente de que esto era así, por ello pidió confirmación del fallecimiento del Generalísimo y Jefe del Estado Francisco Franco (con manifestaciones de duelo de millones de españoles incluidas en aquellas fechas de noviembre de 1975). Y cualquiera que siga el debate político en los últimos años llegará a la misma conclusión, que Franco no ha muerto. Digámoslo de forma rotunda: la izquierda, encabezada por José Luis Rodríguez Zapatero, ha resucitado a Franco.
La izquierda española se ha hecho «franquista», se pasa todo el día hablando de Franco: no sabe vivir sin Franco. Perdida en su debacle ideológica, lleva algo más de una década intentando tener un nuevo ADN porque la socialdemocracia ya no da más de sí. Cree haber encontrado la piedra filosofal, por deserción de la derecha/centroderecha, en la ingeniería social y cultural (ideología de género y similares). A ello ha añadido, como base de su nueva propuesta ideológica, el guerracivilismo -¡qué sería de la izquierda sin un enemigo al que poder exterminar!- y la construcción de una memoria falsa cuyo objetivo no es otro que estigmatizar a la derecha/centroderecha, arrogándose con ello una pretendida superioridad moral, lo que le permite blanquear cualquier defectillo. Franco da réditos a la izquierda porque esta anda creando un mito inverso, un enemigo al que vincular a las opciones políticas de derecha/centroderecha, con el que además puede dar alas a la violencia de los radicales de la izquierda que, hoy por hoy, tienen un larga nómina de diputados dispuestos a ejercer de altavoz y defensa. Así, sin que el PP se diera cuenta o mejor dicho quisiera enterarse -el tancredismo de Mariano-, Franco se ha convertido en un recurso político insustituible para la izquierda. Ellos son ahora los primeros fans de Franco, los más “franquistas”. No pueden pasar sin él.
Franco es, además, útil para unos y para otros. Unos por acción y otros por pasividad. Es la cortina perfecta. Dicen, por motivo diverso, suspirando: hablemos de Franco y dejemos de hablar de la crisis del Estado, del secesionismo, del peligro grave de ruptura que tiene España, de la situación de la Seguridad Social y las pensiones, de las desigualdades económicas que dejarán como herencia una crisis que no se sabe cuándo se acabará ni si en una década los españoles volverán a ser más iguales… En eso anda nuestra gloriosa izquierda y al centroderecha le viene de perlas. Y si de paso se consigue inculcar a una generación un odio indisimulado, que la vincule por instinto primario a la izquierda, mejor. Pero lo más curioso es que ahora la izquierda, podemitas, náufragos de IU y socialistas, anda peleándose, sin que aparentemente se note, por Francisco Franco, por ser los más “franquistas”, los que más echan de menos a Franco. Todos parecen decir: «¡Franco es mío!».
Escribo estas líneas en la madrugada del 13 de mayo. Acaba de votar el Parlamento una Propuesta No de Ley socialista que dice muchas cosas, además de pedir al gobierno que exhume los restos mortales de Francisco Franco y de José Antonio Primo de Rivera. Para el primero se pide que sus restos salgan del Valle de los Caídos, para el segundo el traslado del cuerpo a otra parte no destacada de la Basílica (lo que sin duda, me temo, llevará a arrojar sus restos a unas de las maltratadas criptas por falta de inversiones por parte del Estado para preservar el monumento). El trío Rivera-Iglesias-socialistas de guardia han votado que Sí y el heroico Partido Popular se ha abstenido. Que nadie vaya a pensar que algún diputado ha tenido el valor de levantarse para defender a Francisco Franco (el origen del PP por cierto es un partido con tropecientos ministros y cargos del franquismo), o, simplemente, la legalidad. Lamentable fue la intervención de Alicia Sánchez Camacho y el argumentario lastimero que exhibió hablando de esos malotes socialistas que ahora quieren más y vuelan el consenso (PP/PSOE) sobre la mal llamada Ley de Memoria Histórica de 2007. Esa que el PP, como de costumbre, no tuvo el valor político de derogar o modificar, como hasta el propio Rodríguez Zapatero esperaba y que hubiera puesto punto y final a un problema que cada vez es más grande, aunque algunos no se lo crean.
“El mandato del Parlamento ha sido claro y rotundo”. Así de exultante se mostraba uno de los proponentes -un tal Gregorio Cámara que ejerce de portavoz socialista y que ha tenido su minuto de gloria antifranquista- que habían logrado el apoyo a la petición socialista de Ciudadanos y PODEMOS, mientras los populares se limitaban a abstenerse, aunque me temo que a más de uno le hubiera puesto votar que SÍ a la exhumación, no sea que la abstención y Franco sean malos para conservar el escaño. Ni tan siquiera fueron capaces en su réplica de denunciar el totalitarismo implícito en la PNL o que esta iba contra lo dispuesto en la propia Ley (lo de que el gobierno duda de la legalidad, dicho a posteriori, es de nota), pero ya se sabe que el primer mandamiento de los populares es no molestar mucho. De los nervios se debieron poner cuando el representante de Esquerra señaló a la bancada popular diciendo que Franco se sentiría orgulloso de ellos. No creo que don Francisco debiera pensar así: al César lo que es del César.
Francisco Franco nunca perdió una batalla -todo lo más que consiguieron sus enemigos fue empatarle a las puertas de Madrid- y sigue en su puesto de mando luchando desde el más allá, porque lo cierto es que la izquierda lleva combatiéndole como si estuviera vivo, con no mucha fortuna, desde hace 42 años. Francisco Franco ha sufrido y sufre la mayor campaña de descrédito que yo recuerde en el intento de convencer mayoritariamente a los españoles, sin conseguirlo, de que fue “malo, malísimo”; que España fue bajo su gobierno un país atrasado y pobre; que es el mayor genocida de la historia y no sabemos cuántas imbecilidades más se le ocurrirá al primero que con título le den un papel o un micrófono. Y Franco sigue combatiendo, o mejor dicho, algunos españoles de a pie siguen combatiendo por él, ante el “Todos contra Franco y Franco contra todos”, desafiando a la izquierda y avergonzando a la derecha política.
Anoto lo anterior, porque no pocos deberían tomar nota de algunos de los sorprendentes resultados que se están produciendo en alguna de esas encuestas en las que los españoles votan en la televisión o en los medios digitales. Mientras que toda la izquierda más Ciudadanos ha votado SÍ a la exhumación de los restos de Francisco Franco del Valle de los Caídos y el PP se ha abstenido porque no ha querido decir NO, los españoles andan por otro lado. Dos ejemplos: entro en estos momentos en la primera hora de la madrugada del 13 de mayo y en 13/TV el 75% de los telespectadores han votado NO a la exhumación, con miles de llamadas según se anuncia (lo mejor, uno de los contertulios diciendo que esto no importa a los españoles y que ahora hay una mayoría a favor de la exhumación mientras se veían los resultados de la encuesta y es que algunos dan para lo que dan); a la misma hora, en la encuesta que está realizando el diario digital 20 minutos, en la que han votado 49.238 españoles, el 53.54% vota en contra mientras que el 41.3% vota a favor. No pocos, de los que no forman parte de la izquierda, deberían tomarse en serio estos datos porque muestran una incipiente rebeldía de aquellos ciudadanos que no son de izquierda ante los desafueros de la «memoria histórica».
No estaría de más volver a recordar que lo que han votado afirmativamente sus señorías, la izquierda en bloque más Albert Rivera y sus naranjitos, es algo más que pedir la exhumación de los restos de Francisco Franco. Hay que explicarlo y dejarlo claro, es una propuesta que no solo plantea, con la idea de acosar al PP, la exhumación ilegal -vulnerando el dictamen de la Comisión de Expertos que presidió el socialista Jáuregui-, el asalto a una cripta y el robo de cadáveres, -todos ellos delitos tipificados en el Código Penal-, pidiendo al gobierno que cometa un delito y vulnere la ley, sino algo tan grave como establecer una “Comisión de la Verdad” que, en consonancia con lo que es la “ideología de la memoria” -memoria histórica es un concepto ideológico con unos fines determinados-, esa que defiende el portavoz socialista como ADN de su partido, nos va a obligar, con censura y amenaza incluida, a que solo exista una opinión sobre el franquismo y la guerra civil, que no se pueda contradecir y denunciar la “gran mentira” que llevan décadas fraguando y que, naturalmente, solo totalitariamente se puede imponer. Pero para denunciar esto en el Parlamento hay que tener ciertas dosis de valor político, de escaso amor al escaño y de estar dispuesto a sufrir casi el martirio.
Anotaba al principio que el problema es que la izquierda, y ahora también Albert Rivera, no saben vivir sin Franco. Empiezan y acaban siempre en Franco -pero esto también ocurre en otros sectores de la política que no tienen representación parlamentaria-. Franco es siempre el supremo recurso. Sin embargo, que nadie piense que la propuesta socialista es inocente y nada tiene que ver con la pelea a muerte que existe en sus filas por liderar la izquierda, además de las navajadas con las que conviven desde hace meses los socialistas en el camino hacia la coronación del príncipe o la princesa de Ferraz. Y eso partiendo de la base de que una Proposición No de Ley no es absolutamente nada, no obliga a nada, pero tratándose de Franco aseguraba portadas y telediarios para la izquierda en general y un protagonismo que el PSOE busca denodadamente frente a las jugadas de Iglesias.
Lo he escrito, lo he dicho y lo reitero, la razón de la presentación de la PNL por parte de los socialistas es, en recio castellano, el ataque de cuernos indisimulado del PSOE porque la izquierda radical, encabezada por Garzón&Garzón junto con ERC, le ha estado robando la cartera en este asunto -¡Inocentes, no se dio cuenta el PSOE de que gran parte de las Asociaciones de Memoria Histórica estaban vinculadas al PCE/IU!-, y que los “jóvenes rojos” criados por Zapatero han acabado embelesados con Pablo Iglesias, que hace mejor de antifranquista que los para ellos burgueses socialistas. Anda el candidato Sánchez postulándose como el que va a recobrar la herencia izquierdista del PSOE y sus partidarios le han echado una manita en el Parlamento con esta PNL. El PSOE quiere recuperar el liderazgo en el guerracivilismo con el afán de tener algo radical con lo que disputar votos a PODEMOS y evitar el sorpasso. Y de paso sacar cabeza como un PSOE al mando de la oposición al gobierno.
A estas horas el PSOE y los chicos de Sánchez deben andar dando gracias a Francisco Franco y rezando para que Franco siga en el Valle de los Caídos. Todos se le pusieron chulos esperando que el PSOE cediera y todos han cedido ante el PSOE. PODEMOS y ERC saltaron a la yugular del PSOE anunciando que no votarían la PNL si no se aceptaban sus propuestas, que naturalmente eran más radicales. Albert Rivera, que anda buscando conseguir que no parezca que apoya al PP, esperando ser el nuevo Macron y que quien llegue a la Secretaría socialista acabe humillándose como Valls, se apresuró a decir que votaría SÍ -esperando no hacerlo claro y poder apuntarse el tanto- si el PSOE no aceptaba las enmiendas de PODEMOS y ERC, esperando que el PSOE las aceptara y él pudiera salir del envite sin ensuciarse. ¡Ah, pero todo puede salir mal! Es lo malo de no saber leer la situación política.
Pablo Iglesias espera a Sánchez y no podía dejar en la estacada a los socialistas hundiendo la PNL. Si la propuesta socialistas de exhumar a Franco hubiera naufragado por disensión entre la izquierda el cachondeo hubiera sido mayúsculo, como empezó a barruntarse en las redes cuando el martes se tuvo que aplazar la votación hasta el jueves. Y Pablo Iglesias tiene su gran jugada en la anunciada moción de censura, en la que sin el voto socialista quedaría en el más absoluto de los ridículos. Así que estaba claro que acabaría cediendo, porque en su discurso -no así en el de Garzón que sobrevive políticamente gracias a Franco- la cuestión de la Ley de Memoria Histórica no es fundamental, para eso ya hay «tontos útiles». Lo que no esperaban ni los socialistas ni Iglesias es encontrarse con un «tonto útil», pletórico de encuestas, llamado Albert Rivera quien, visto lo visto, desconoce la historia de Kerensky. Pero Albert Rivera también necesita portadas y micrófonos y piensa que, como Macron, puede acabar con el PSOE por un lado mientras PODEMOS lo hace por el otro.
Pero aún quedan otros que deben dar gracias a Franco, gritar como locos “¡Franco, Franco, Franco!”, los populares. Albert Rivera, cuya cara por cierto al salir de la votación era un poema -no se creía lo que había pasado-, se ha alineado con el PSOE y PODEMOS. Encima lo ha hecho con un tema sensible para no pocos votantes del PP, muchos de esos que andan enfadados con los populares y que incluso dieron su apoyo a Rivera. No pocos han tomado nota de que Albert Rivera ha votado SÍ a la exhumación de Franco soñando con formar pandilla con el PSOE y PODEMOS. Se ha alineado con el guerracivilismo. Se ha sumado, recordémoslo, a una propuesta que fue presentada por el portavoz socialista en razón de que es intrínseca al ADN socialista, al “corpus ideológico” del PSOE. Y si se cree que por eso no le van a llamar fascista o franquista cuando vote NO o se abstenga en la moción de censura podemita o esta comience a digerir el “sí pero ahora no” expresado por Rivera a la salida, es que anda afectado por ceguera política. Lo mismo el recuerdo de esta votación acaba pasándole factura en las próximas elecciones. Al tiempo, porque a lo que ha votado SÍ Albert Rivera, reiterémoslo, es a una cobardía, una indignidad y una ilegalidad.