La estantería del historiador

Categoría: Actualidad política Página 3 de 8

El previsible suicidio del todopoderoso PP murciano

Lo que parecía imposible está a punto de suceder. El poderoso PP de Murcia, con su poderosa estructura clientelar, está a punto de implosionar; si el propio PP no lo remedia, claro.

No es mérito de la oposición que suceda tal cosa -nada es tan pésimo como el PSOE de Murcia, que va camino de ser una monarquía hereditaria disfrazada-. Los peperos se han bastado solos para dinamitar un partido único que llegó a tener  algo así como el 60% de los votos (ya perdieron unos 20 puntos en las últimas elecciones). ¿Cómo ha sucedido o cómo va a suceder? -se preguntan-.

Es lo que tienen las designaciones digitales para la sucesión en el poder, orladas, eso sí, con aplausos multitudinarios o fabricados.
Ya nadie defiende a PAS -Pedro Antonio Sánchez-, que va a pasar del todo a la nada con la misma facilidad que hizo carrera política triunfal (de afiliado a presidente como profesional de la política); los amigos del clan que conformó Ramón Luis Varcálcel, como guardia pretoriana y herencia de poder,  guardan silencio y ya no le hacen la ola (no quieren que tsunami PAS les arrastre). ¿Dónde quedan y dónde andan las plataformas y campañas digitales para defender la honorabilidad de PAS?

Pocos creen ya en el aparato del PP murciano en la inocencia de PAS, y en todo caso lo que quieren es que se esfume, simplemente porque quieren salvar su trono; menos aún son los dispuestos a sustentarla públicamente.

El nuevo heredero, el sobrero que sacaron al ruedo, también elegido digitalmente, solo cosecha fracasos cuando habla con Madrid -Madrid nunca ha premiado al PP murciano porque era un granero de votos seguro-. Fracasos, eso sí, envueltos en frases triunfales. La realidad es que, entre el AVE, el agua, el Mar Menor y el aeropuerto, anda hecho unos zorros y las «fuerzas vivas» murcianas, antes siempre sacrificadas y leales, andan más que hartas. Por otra parte, las críticas internas arrecian al mismo tiempo que temen el fin del gobierno absoluto del PP, porque entre los votantes del PP hay no pocos descontentos ante el marianismo y la filosofía de que aquello que haga la izquierda bien hecho está; andan cansados de que no se derogue ni una sola de las leyes impuestas por la izquierda o de que el partido asuma como propias cosas como la ideología de género o la memoria histórica (pese a los sonoros apellidos históricos que pueblan el escalafón regional y municipal del PP).

La escasa fe en el que creían que iba a ser solo un interino (López Miras), el fin de la división territorial regional creada para asegurar la mayoría en las autonómicas, la más que previsible imagen de PAS en el banquillo, algún que otro susto judicial que pudiera llegar, los del Foro de la Familia convirtiéndose en partido -¿tendrán el apoyo regional de los que organizaban autobuses para ir a sus manifestaciones y de la derecha religiosa murciana devota del PP?-  y la amenaza cada vez más real de un partido regionalista salido del PP -los regionalismos que acaban en lo que acaban siempre salen de la derecha- pueden poner fin a la era del gobierno del PP en Murcia.
Y eso, si sucede. será solo mérito del PP. No vayamos a confundirnos.

Nota: Menos mal que la oposición da para lo que da y anda enfrascada en ver quién va a ocupar el sillón de mando.

¿Qué está pasando en Murcia? PAS y el zarangollo murciano.

¡Tranquilos! No es que me haya dejado arrastrar por la fiebre televisiva de los cocineros y las recetas, pero algo se está cocinando en la Comunidad Autónoma de Murcia y no parece, precisamente, que sea con productos frescos. Paréceme que los líderes políticos murcianos andan todos en la cocina preparando una receta típica, el zarangollo que suena así como a chanchullo. Una cocina algo liada donde es difícil precisar qué es lo que en realidad está pasando.

PAS es la tontería publicitaria con la que se identifica, en aras de la modernidad y el cambio, a Pedro Antonio Sánchez (mezclar Pedro y Sánchez en política no es buen augurio). PAS, el líder del PP murciano, que anda a la espera de ser investido como máximo dirigente del partido para sustituir al prejubilado y casi eterno Ramón Luis Valcárcel, quien a su vez anda feliz en su dorado retiro europeo (el cementerio de los elefantes creo que lo llaman).

Pedro Antonio Sánchez, PAS, es un político profesional -solo ha sido político- que ha cubierto una meteórica carrera desde el Ayuntamiento de Puerto Lumbreras a la Presidencia de la Comunidad Autónoma de la Región Murciana (CARM), dejando algún cadáver en el camino que ya alza la voz pidiendo su dimisión. El hombre del ascenso, merced a la decisión digital de Ramón Luis Valcárcel de dejarlo como su sucesor -el otro sucesor también acabó en un lío de corrupción- en ese régimen monárquico que es el PP en el que sus líderes se pasan la vida queriendo dejarlo todo atado y bien atado.

El PP lleva gobernando desde hace ni se sabe en la región de Murcia y se ha acostumbrado a que haga lo que haga gana elecciones pulverizando a sus adversarios en la Comunidad -a lo que ayudaba, eso sí, el modelo de 5 circunscripciones que desbarataba y falseaba la proporcionalidad en una Comunidad que es una única región-. Por estos lares hemos tenido de todo: escándalos y sospechas de corrupción sin coto con detenciones e imputación; Púnicas y flecos de la Gurtell; sospechas de corrupción urbanística sin cuento; autovías que acaban en un bancal; un flamante aeropuerto que ya ni se sabe cuándo funcionará y si llegará a funcionar, que ha costado y cuesta una pasta a una Comunidad con déficit crónico; un servicio ferroviario de pena y un AVE que lleva años anunciando su llegada al tiempo que se retrasa una y otra vez; una educación no muy exitosa –andamos por la cola-; sospechas de vinculación con las tramas de corrupción que jalonan la historia no tan distante en el tiempo del PP… y a pesar de todo el PP ha seguido ganando por goleada durante décadas y ahora por la mínima (claro que a ello ayudó la presencia del PSOE más torpe de España).

PAS, un hombre de partido, Presidente de la Comunidad, anda metido desde hace tiempo en un laberinto judicial que amenaza con poner fin a su meteórica carrera política. Aunque lleva años proclamando su inocencia, mientras se encadenan denuncian y sospechas, no ha conseguido disipar las dudas entre los murcianos -el PP local tiene el peor equipo de comunicación que se recuerda y ha contribuido sobremanera a ello- y ahora se enfrenta a un posible juicio en el que, de momento, anda imputado -corrijo pues debiera utilizar el eufemismo, convertido en término jurídico, de investigado-. No pocos murcianos andan con la mosca en la oreja con respecto a la virtud de su presidente. Virtud que empezó a resquebrajarse tras sus poco ordenadas respuestas a las sospechas sobre una vivienda de su propiedad, finalmente disipadas para la mayoría, alguna que otra tarascada menor -archivada o desestimada-, pero sobre todo con un lío sobre cómo se iba a pagar con dinero público una campaña para mejorar su imagen en las redes sociales -que en el mejor de los casos se alega que solo fueron contactos previos puramente de cortesía- y los problemas derivados de un auditorio recepcionado con deficiencias durante su etapa como alcalde y que para la oposición parece oler a tapadera de financiaciones poco claras. Y en el camino un rosario de no explicaciones que solo han convencido a los que ya estaban convencidos y que despiertan no pocas suspicacias. Y ante ello el PP se escuda en que el presidente no ha metido la mano en la caja aunque se pueda haber equivocado administrativamente.

PAS, como Mariano, confiaba y confía, en que pase lo que pase, lo imputen o lo medio imputen de verdad y acabe en juicio oral, Ciudadanos jamás rompería el pacto de gobierno que le permite ser Presidente. Que no lo haría, porque ello conduciría a unas elecciones y Ciudadanos perdería votos y él los ganaría, y porque considera imposible que un gobierno tripartito, PSOE-PODEMOS-Ciudadanos, le sustituyera. Tal creencia le hizo asumir un pacto de legislatura por el que se comprometía a dimitir si era imputado (estaba seguro de que jamás lo imputarían porque de lo contrario no se entiende salvo que fuera un bocazas), y, además, como apunta uno de los líderes populares, eran lentejas que había que apreciar pero no tragar. Lo que traducido significa que no lo pensaban cumplir en todos sus términos.

En este marco, desde entonces, la pelota no ha hecho más que crecer, agravada en la sospecha por la denuncia/sugerencia/murmullo de la presión del Fiscal General para que no se le investigase y el baile de Fiscales del discutido actual Ministro de Justicia –impecablemente legal, ¿pero?- que ha afectado al Fiscal murciano que trabajaba en apartado de corrupción. Lo que no ha hecho sino agravar las reticencias con respecto a PAS y las interferencias del poder político en el poder judicial que no pocos españoles asumen ya como inherente al sistema actual.

Lo que no contemplaban es que Albert Rivera decidiera tensar la cuerda y, ante lo inestable de parte de su electorado, decidiera hacer valer su papel en el sostén del gobierno como el gran y necesario regenerador. Sin embargo, pese a las evidencias, el PP cree que Ciudadanos, en el fondo, solo está jugando; haciéndose el duro pues no le queda más remedio pues ir a unas elecciones le costaría unos cuantos escaños y es imposible que, salvo que quiera suicidarse, orqueste una pinza contra el gobierno de Rajoy.

Ante este escenario, con la presión de Ciudadanos y la idea de que juega de farol, el PP ha cerrado filas en defensa de PAS -filas que en estos momentos andan ya rompiéndose- en un órdago a la grande. Si cediera ante la prueba murciana Rivera saldría fortalecido y sería tanto como reconocer que la corrupción sigue ahí.

El problema es que Rivera no parece ir de farol y que ha escogido Murcia, ante las circunstancias y la información que debe tener sobre el caso, para tensar la cuerda al máximo. La cabeza de PAS pende de un hilo, que bien pudiera cortarle el juez en unas semanas, duras semanas, porque se mire como se mire la palabra del Presidente Murciano era la de dimitir si se le imputaba y todo el mundo sabía que se hablaba de los temas pendientes (el caso auditorio y el lío sobre la contratación no efectuada de una empresa para que limpiara su imagen en las redes sociales). Ciudadanos ha medido muy bien su órdago porque no quiere sacar al PP del poder en Murcia sino sustituir a Pedro Antonio Sánchez por otro presidente del PP al que brindaría su apoyo. Maniobra inteligente porque no pocos están dispuestos, llegado el caso, a sacrificar a PAS e incluso, pese a los anuncios de prensa, ya hay candidatos/candidatas en la cartera. El empecinamiento de mantener al Presidente, lógico porque el PP sabe lo que se está jugando frente a Rivera de cara a unas elecciones generales, que tal como va la cosa podrían realizarse en 2018, no es entendido por los ajenos y no hace más que agrandar las sospechas sobre lo que el Presidente pudiera saber sobre la financiación del PP.

Lo único que no tiene previsto el PP, pues estima que un adelanto electoral en Murcia les beneficiaría, es que la propuesta que acabe sobre la mesa sea la de hacer presidente de la Comunidad al líder de Ciudadanos para acabar con PAS, con el apoyo del PSOE y PODEMOS, porque todo lo demás conduciría a las elecciones con un PP presentándose como víctima y mártir. Pero para ello PAS aún tiene que demostrar su inocencia en los tribunales y despejar todas las dudas sobre el caso del Auditorio de Puerto Lumbreras, porque si al final se abre juicio oral no tendrá más remedio que dimitir, pero hasta entonces faltan un par de meses y nunca se sabe cuándo alguien decida que es mejor sacrificar una pieza en la partida de ajedrez aunque sea inocente.

La semana de las margaritas

Las margaritas son esas flores que constituyen la última referencia del enamorado para poder saber a ciencia cierta si su amor es correspondido. También sirven los pétalos de las margaritas para solventar otras cuestiones incluidas las políticas. No pocas margaritas han debido de ser deshojadas en estos días tanto en sede judicial como en la Moncloa, sin olvidar el cónclave o el aquelarre -elija el lector la definición- reunido en Vistalegre II.

En esta tesitura, alguien pudiera pensar que, tras la agitada semana que condujo al visto para sentencia en el juicio contra Arturo Mas por aquel referéndum ilegal que se celebró porque el gobierno prefirió perseverar en su tancredismo habitual, así como a los congresos del PP y de PODEMOS, muchas incógnitas se han solventado. Sin embargo, no hace sino comenzar la siguiente y ya nos damos de bruces con una serie de hechos que no hacen sino recordarnos que no pocas cosas siguen igual de liadas.

Entre Gurtel, Púnica, Bankia, unos Presupuestos con incierto futuro y la señora Mato poniéndose de perfil mientras el PP se niega a responder en sede judicial, aún es pronto para respirar. Esta es la realidad. Y dado que andamos caminando hacia el final de febrero parece que Mariano, para evitar tragarse sus palabras, ya no amenaza con elecciones si no se aprueban los Presupuestos -respiro para el aparato socialista ante la amenaza de Sánchez-, y retrasa esta opción a los de 2018, por lo que es posible que simplemente se limitara a prorrogarlos si no obtiene los apoyos necesarios ahorrándose la cesión y sangría que conllevaría sacarlos adelante con la bendición de Ciudadanos y PSOE.

Confieso que esperaba con cierta curiosidad el juicio a Arturo Mas ante las amenazas de rebelión previas, las manifestaciones multitudinarias -tampoco dieron para tanto pese a la exhibición de autobuses seguramente subvencionados-, el sacar pecho nacionalista y el tono altivo al que nos tienen acostumbrados -siempre que salga gratis, eso sí- mientras el tal Puigdemon anuncia sin despeinarse lo irremediable e imparable de la próxima consulta. Yo creía que Arturo Mas, llegado el momento supremo de enfrentarse a un tribunal del estado opresor, engolaría la voz y defendería la legalidad de su convocatoria y asumiría que por ello desafió al Tribunal Constitucional. Pero no. Resulta que se comportó como cualquier delincuente: soy inocente, no tuve nada que ver, yo no sabía que era ilegal, el Tribunal Constitucional no me advirtió, fue cosa de los voluntarios que decidieron hacerlo por su cuenta… Así pues el Ken de Barbie nacionalista, el ninot que bien mereciera arder en la hoguera, valiente, lo que se dice valiente, pese a la chillería callejera, no parece que fuera. El mártir de medio pelo del nacionalismo, sin duda, habrá avergonzado a los radicales de guardia, pero lo mismo el Tribunal acaba considerando sus excusas como atenuantes y nos llevamos una sorpresa en un proceso que debería haberse celebrado de forma inmediata a la ilegal consulta; aunque nunca sea tarde si la dicha es buena. ¿Pero será buena?

De momento la consideración del delito no da para mucho: 10 años de inhabilitación. Es decir, que Arturo Mas no podrá ser candidato en 10 años. Aunque ya se puede leer por ahí cómo burlar una sentencia que algunos nos tememos será poco ejemplarizante, porque ya sabemos que romper la legalidad e intentar destruir la unidad de España no demanda ningún castigo importante, defenderla o protestar ante los delincuentes que quieren romperla sí. Así pues lo que tenemos es, casi con seguridad, mucho ruido y pocas nueces. Y si el gobierno piensa que, con lo que resultara del juicio, los que están dispuestos a celebrar un nuevo referéndum sufrirán colitis crónica y se abstendrán de sacar las urnas a la calle más le valiera creer en los milagros.

Ingenuos también son los que esperaban alguna cosa, más allá del encubrimiento del líder, del magnificado que no magnífico Congreso del PP. ¡Cómo si los congresos de los partidos sirvieran para algo! Para algo que no fuera ratificar lo que previamente el Jefe y su equipo tenían previsto. Un paripé que algunos hasta se creen. Lo más trascendente ha sido sin duda la decisión de Mariano de poner fin a las especulaciones y al autopostulamiento de los barones. A la gallega Rajoy ya ha dicho que será el próximo candidato del PP, tanto si la legislatura es corta como larga. Ya pueden Soraya, Cifuentes, Feijó o Cospedal ir pensando en que lo mismo se les pasa el arroz y Mariano premia su lealtad-ambición con el traspaso del cargo a sus leales alevines tipo Casado o Levi. Eso sí, Mariano se vino arriba para recordar lo lejos que había llegado el partido en sus 40 años de existencia, lo que para algún perverso era reconocer los orígenes franquistas de un PP que es la resultante de un partido fundado por unos cuantos ministros, procuradores en Cortes, concejales y alcaldes franquistas trufados con algún Consejero Nacional del Movimiento. ¡Casi ná, cuando se anda mentando la memoria!, que diría un castizo.

Entre el ¡Mariano, Mariano, Mariano!, aquello de ¡Estos son mis poderes! y un solapado ¡Los Jefes no se equivocan!, es fácil resumir el Congreso del PP. Un partido que ya lo ha dejado claro, es la opción de todos aquellos que no quieren ser de izquierdas, tendente al centro político, y sin rival alguno por su lado más derechista que, por otra parte, constituye su electorado más leal y movilizado, el que le vota sin esperar nada a cambio, el que está todo el día haciendo tejido pepero en la sociedad, pues a estos les vale con que socialistas y coletas no puedan llegar al poder. Algunos le habían tosido a Mariano, los aireados diputados provida del PP (entre el escaño y sus tesis se quedan con el escaño). Querían «voto en conciencia» y cerrar de un portazo la legalización irremediable de los «vientres de alquiler». Y Mariano solventó el tema dándoles un soberano corte de manga: los compromisarios reunidos no tienen criterio en esos temas, dependerá de lo que digan los expertos en bioética y lo que esté de moda. Y ahí acabó el debate ideológico en el PP. Lo demás, simplemente decidir quiénes estarían en el nuevo Comité Nacional y progresarán en la carrera profesional que es un partido como el PP.

Incontestable triunfo de Mariano, con si se descuida el 100 por cien de los votos, y victoria apabullante de Pablo Iglesias. Quizás más importante lo segundo que lo primero, aunque nada que no fuera previsible. Llevados por la estrategia del PP algún medio y algunos periodistas han llegado a hablar de la doble victoria de Mariano. Victoria en su partido, en el que nadie osará a menearle la silla, pese a las salidas de tono perfectamente calculadas y al servicio del partido de José María Aznar. Victoria en Vistalegre II, porque el triunfo del «coletas» permite al PP seguir agitando el espantajo de la radicalidad extrema de PODEMOS encarnada en Pablo Iglesias frente a la cara amable y blandita de Íñigo Errejón. Algo fundamental para mantener la movilización de un electorado que necesita un enemigo.

Ya predije que ganaría Iglesias y después vendría el abrazo de Vergara. No hubo debate ideológico, pese a que tanto les gusta, en el Congreso de PODEMOS, solo enfrentamiento táctico para seguir preparando el camino para asaltar el cielo, porque si algo sí quedó claro en el evento fue que todos dan por amortizado a un PSOE que tendrá que afrontar una elección cainita a tres bandas pues, también en esta semana, y muy a la gallega, Susana Díaz ha anunciado su decisión de presentarse a las primarias socialistas. El plan está trazado y PODEMOS sabe que necesita un espaldarazo en las municipales ganando al PSOE en las grandes ciudades, especialmente en Madrid. Y Errejón aceptará, llegado el momento, y tras cumplir su cuota de ostracismo, sustituir a Carmena para ocupar una plaza fundamental. Ahora PODEMOS tiene las dos caras de una misma moneda: el radicalismo de Iglesias y la moderación de Errejón. Pero en el fondo ambos son la expresión del mismo discurso y no de dos discursos enfrentados. Ninguno de los dos subrayaba diferencias ideológicas, pues el debate interno era solamente táctico. Pero en esto PODEMOS, con toda su verborrea asamblearia, tampoco se diferencia en gran cosa de una partitocracia donde los congresos de los partidos son solamente espacios para el enfrentamiento por el poder.

En esta línea de interpretación, cabría apuntar que Pablo Iglesias es hoy más líder que hace unas semanas, pero también que ha asumido que para vencer en las urnas necesita unificar el partido y hacerlo en un sentido amplio; conseguir que todos los grupos que forman PODEMOS incluyendo a IU -ese partido al que solo se oye para meterse con la Fundación Nacional Francisco Franco- acepten una convergencia en el más puro estilo estalinista con depuraciones incluidas.

Así pues, ni ha habido rebelión contra los líderes, ni grandes propuestas, pese a los problemas que afligen a España, eso queda para otros cenáculos

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